Es como si te encuentras un diamante muy grande y muy bonito perdido en el suelo. Que parece tan valioso que no sabes si cogerlo o no. Y cuando por fin lo coges y lo miras de cerca te gusta aún más. Y te ves reflejado, mirándolo fijamente, como hipnotizado por su brillo. Te das cuenta de ello y te encanta, y poco a poco se convierte en tu tesoro más preciado. Desde ese momento sabes que no querrás perderlo nunca...
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