lunes, 28 de febrero de 2011

6.

Siempre estaba rodeado de gente que lo quería, que sonreían con solo verle aparecer, que le saludaban abrazándolo, besándolo... y le encataba, disfrutaba viendo como hacía felíz a los demás sin ni siquiera hablar con ellos, era un sentimiento maravilloso. Pero se sentía solo. Era una soledad extraña porque no estaba solo en absoluto. Él fabricaba sonrisas, controlaba el monopolio, pero quien le hacía reir a él ? ... Ahora aquel simpático payaso tiene a alguien especial, alguien a quien suspira por ver feliz, alguien que le regala preciosas sonrisas.
Nadie es capaz de imaginar las veces que la ha soñado, todas las oraciones en las que la ha pedido, el tiempo que la ha esperado, cuanto la ha deseado... aún sin haberla conocido.
Y ahora que son 184 los días que la lleva teniendo la sueña aún más, la desea aún más. 184 días, con sus respectivas horas, minutos, segundos... y queriéndola, a cada milésima, todavía más. 184 días haciendo recuerdos que, aunque parezca que no, ya van unos cuantos. Días para regalar, regalos, y los que la esperan. Regalos que no son mas que otra rebuscada escusa para hacerla sonreír. Días y tonterías, y promesas, y letras, muchas letras, y palabras, y caricias, y besos. Días y días, y los que quedan.
Pero hay algo de lo que el payaso está totalmente convencido, nadie podrá quererla como la quiere él, no podrá adorarla de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, de esos gestos imperceptibles de su cara. Es como si sólo a él se le hubiera concedido la facultad de ver, de conocer el color real de sus ojos, el verdadero sabor de sus besos. Lo sabe porque nadie ha conseguido nunca lo que ella consigue tan solo con decir su nombre, con mirarle, con acercarse lo suficiente como para que un suave susurro acelere de tal forma su inquieto corazón, como para que en lo único que se le pueda pasar por la cabeza en ese momento sea el incontrolable deseo de besarla y no soltarla nunca.
Pero todo empezó una noche. Tú, al igual que yo, lo sabías. Era insostenible, un hecho inevitable, algo que ya se venía respirando. Cada vez faltaba menos e inesperadamente, en un momento, bajaste del paraíso para convertirte en mi más preciado tesoro. Y todo esto gracias a que un día decidiste sonreírme, enamorarme,  gracias a que un día decidiste darle a un payaso su adorable princesa.

martes, 22 de febrero de 2011

II.

Los despertares de Kathy nunca habían sido buenos, siempre se levantaba de su cama con la extraña sensación de que faltaba algo, de que algo no funcionaba del todo bien. Dio media vuelta para acomodarse sobre el asiento pero la luz del sol le golpeó en la cara y se despertó. Sin embargo, el despertar de hoy le pareció agradable, el aire del coche olía a él. Había dormido profundamente, estaba cansada y se le notaba. Se sentó, colocó bien el asiento y abrió la ventanilla del coche. El sol no hacía mucho que saliera y ya estaba acompañado por algunas pequeñas nubes blancas que se desplazaban lentamente. Tan solo había un camión de transporte y dos coches más en el aparcamiento del área de servicio en la que Sam y ella habían decidido pasar la noche. La gasolinera estaba a unos 20 metros del Audi, y un poco más allá había unos servicios. Un señor de mediana edad intentaba arrancar, sin éxito, uno de los coches aparcados. Junto a él, un chico joven, despeinado, curioseaba en el motor con la esperanza de encontrar el problema. Se había quitado la camisa y  la tenía colocada alrededor del cuello. Como consecuencia de eso tenía el abdomen lleno de manchas de aceite y polvillo. La verdad es que ni aquel aspecto desfavorecía a Sam. Sus bonito ojos, también verdes, descansaban bajo unas rectas cejas que ahora mismo estaban formando una mueca de desagrado. Sus finos labios se juntaban en unas comisuras que, al sonreír, formaban unos pequeños hoyuelos en sus mejillas. Kathy adoraba esos hoyuelos. El ruido del motor funcionando de nuevo hizo salir a Kathy de aquel estado. Mientras Sam se despedía del señor e iba a lavarse al servicio, Kathy decidió salir del coche. Le pesaban las piernas. Vio que Sam se acercaba y se apoyó con cuidado sobre el coche. Sus miradas se cruzaron por primera vez en la mañana y se dieron los buenos días a distancia con una sonrisa, dos segundos más tarde se volvieron a dar los buenos días con un beso.

- Pensé que tendría que ir a desayunar sin ti, has dormido bien?

Kathy seguía sonriendo, se perdía en sus ojos.

- La culpa es del coche, es demasiado cómodo.- Consiguió responder – Y tú que tal has dormido?
- Bien.
- Cuánto?
- Suficiente. Ya sabes que no me gusta dormir mucho. Fui a dar un paseo y cuando llegué vi que necesitaban ayuda. Bueno que, tienes hambre?
- Ahora que lo dices…
- Pues venga, vamos.

Sam ya iba en dirección a la cafetería poniéndose su camisa. Kathy seguía apoyada en el coche, pensando lo afortunada que era de tener a Sam a su lado.

- Sam, espera!
- Que pasa?
- Gracias…
- Gracias? Por qué?
- Por todo lo que estás haciendo, por como te portas conmigo, por cuidarme…
- Kathy, no tienes que darme las gracias. En todo caso te las tendría que dar yo a ti. -Le guiñó un ojo, dio media vuelta y siguió su camino. Kathy fue corriendo en su busca.
- Por qué?
- …
- Sam!

Casi sin tiempo para reaccionar Sam cogió a Kathy por la cintura con una mano, con la otra le acarició suavemente la cara, la acercó hacia él…

- Te amo.

… Y la besó.


domingo, 20 de febrero de 2011

Why so serious ?

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.

Nada es seguro y todo es posible.


... Es lo más bello que podías haberme regalado.


sábado, 19 de febrero de 2011

I.

Y allí estaba él, con aquellos vaqueros que tanto le gustaban y su camisa de cuadros, apoyado sobre la brillante puerta de su maravilloso Audi blanco. Luego de echar un vistazo a la calle que tenía en frente, repleta de gente comprando en las numerosas tiendas que ofrecían productos a precios bastante asequibles, se dio cuenta de que era hora de marcharse. Después de pisar la colilla aún humeante de su último cigarrillo entró en el coche y dejó sus gafas de sol en la guantera. Al tiempo que se abrochaba el cinturón, la puerta del copiloto se abrió y aparecieron unas bonitas piernas que se hacían paso entre la cantidad de bolsas que había bajo el asiento del copiloto. La joven muchacha que ahora estaba sentada a su lado tenía una suave melena castaña y unos ojos verdes encantadores que, junto con las pequeñas pecas de alrededor de su nariz, hacían sexy e inocente su mirada. Pero sin duda lo que mas llamaba la atención de su espectacular cuerpo era su adorable sonrisa. Un simple pero precioso gesto que, sin desearlo, hipnotizaba hasta al mejor de los hipnotizadores. Se saludaron con una rápida mirada y el chico, después de dedicarle un fugaz guiño de ojos, pisó el acelerador y las ruedas patinaron sobre el asfalto antes de dirigirse hacía la carretera. Les esperaba un largo viaje.

- Sam?
- Si, Kathy?
- Que le ha pasado a tu camisa?
- Nada importante, un rasguño, no te preocupes.

Kathy se quedó mirando pensativa la rasgada camisa de su chico.

- Sam?
- Si, Kathy?
- Cres que hemos hecho lo correcto?
- Si, es lo que queríamos no? Deja la bolsa atrás y ponte el cinturón anda.
- Está bien. Antes la señora Bellamy, la de la tienda de abajo, sabes? Me ha dicho que su hijo ha encontrado un trabajo. Le pagan poco más de 1000 al mes y no trabaja a jornada completa ni los lunes ni los viernes.
- Me alegro por Michael, Kathy, pero por qué me comentas eso?
- He estado pensando. Uno de los dos debería ponerse a trabajar. Con lo poco que tenemos no nos dará para mucho tiempo y además…
- Basta Kathy! Ya lo hemos hablado, ya te he dicho que buscaría un trabajo en cuanto pudiera vale?
- Vale Sam, pero…
- Pero nada, a mi tampoco me gustaría quedarme sin dinero y este condenado coche no hace más que tragar gasolina. Se que es un regalo de tus padres, pero en cuanto encontremos algo deberíamos plantearnos venderlo.
- Está bien, como quieras.

El sol estaba ya en la línea del horizonte y su rojiza pero aún deslumbrante luz molestaba a Sam en los ojos. Sin apartar la vista de la carretera, se puso de nuevo sus gafas. Mientras, Kathy admiraba el bello paisaje que pasaba rápido por su derecha y decidió abrir ligeramente la ventanilla para respirar un poco de aquel aire.

- Sam?
- Si, Kathy?
- A dónde vamos?
- …


jueves, 17 de febrero de 2011

Héroe caído ?

Podrías quedarte ahí tumbado... el césped es suave y cómodo... en un minuto unos hombres muy amables te sacarán del campo... el público te aplaudirá... y la prensa te llamará héroe caído... Vaya insulto !






Algunos se escuchan a si mismos en vez de escuchar lo que dicen los demás. No son fáciles de encontrar, pero cuando aparecen nos recuerdan que si te propones algo es bueno creer que no existe el no puedo, el no me atrevo, o el imposible. Nos recuerdan que está bien creer qe nada es imposible.