martes, 22 de febrero de 2011

II.

Los despertares de Kathy nunca habían sido buenos, siempre se levantaba de su cama con la extraña sensación de que faltaba algo, de que algo no funcionaba del todo bien. Dio media vuelta para acomodarse sobre el asiento pero la luz del sol le golpeó en la cara y se despertó. Sin embargo, el despertar de hoy le pareció agradable, el aire del coche olía a él. Había dormido profundamente, estaba cansada y se le notaba. Se sentó, colocó bien el asiento y abrió la ventanilla del coche. El sol no hacía mucho que saliera y ya estaba acompañado por algunas pequeñas nubes blancas que se desplazaban lentamente. Tan solo había un camión de transporte y dos coches más en el aparcamiento del área de servicio en la que Sam y ella habían decidido pasar la noche. La gasolinera estaba a unos 20 metros del Audi, y un poco más allá había unos servicios. Un señor de mediana edad intentaba arrancar, sin éxito, uno de los coches aparcados. Junto a él, un chico joven, despeinado, curioseaba en el motor con la esperanza de encontrar el problema. Se había quitado la camisa y  la tenía colocada alrededor del cuello. Como consecuencia de eso tenía el abdomen lleno de manchas de aceite y polvillo. La verdad es que ni aquel aspecto desfavorecía a Sam. Sus bonito ojos, también verdes, descansaban bajo unas rectas cejas que ahora mismo estaban formando una mueca de desagrado. Sus finos labios se juntaban en unas comisuras que, al sonreír, formaban unos pequeños hoyuelos en sus mejillas. Kathy adoraba esos hoyuelos. El ruido del motor funcionando de nuevo hizo salir a Kathy de aquel estado. Mientras Sam se despedía del señor e iba a lavarse al servicio, Kathy decidió salir del coche. Le pesaban las piernas. Vio que Sam se acercaba y se apoyó con cuidado sobre el coche. Sus miradas se cruzaron por primera vez en la mañana y se dieron los buenos días a distancia con una sonrisa, dos segundos más tarde se volvieron a dar los buenos días con un beso.

- Pensé que tendría que ir a desayunar sin ti, has dormido bien?

Kathy seguía sonriendo, se perdía en sus ojos.

- La culpa es del coche, es demasiado cómodo.- Consiguió responder – Y tú que tal has dormido?
- Bien.
- Cuánto?
- Suficiente. Ya sabes que no me gusta dormir mucho. Fui a dar un paseo y cuando llegué vi que necesitaban ayuda. Bueno que, tienes hambre?
- Ahora que lo dices…
- Pues venga, vamos.

Sam ya iba en dirección a la cafetería poniéndose su camisa. Kathy seguía apoyada en el coche, pensando lo afortunada que era de tener a Sam a su lado.

- Sam, espera!
- Que pasa?
- Gracias…
- Gracias? Por qué?
- Por todo lo que estás haciendo, por como te portas conmigo, por cuidarme…
- Kathy, no tienes que darme las gracias. En todo caso te las tendría que dar yo a ti. -Le guiñó un ojo, dio media vuelta y siguió su camino. Kathy fue corriendo en su busca.
- Por qué?
- …
- Sam!

Casi sin tiempo para reaccionar Sam cogió a Kathy por la cintura con una mano, con la otra le acarició suavemente la cara, la acercó hacia él…

- Te amo.

… Y la besó.


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